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Dolor Articular de Miembro Inferior

Dolor de cadera, rodilla, tobillo y pie
  • Dolor de cadera y muslo. La cadera es la articulación donde se une el hueso del muslo (fémur) con el de la pelvis. Tiene dos partes principales: Una bola en el extremo superior del fémur, que se encaja en la cavidad de la pelvis (llamado acetábulo). Tiene forma esférica por lo que es muy estable y permite un amplio rango de movimiento. Por ello, es necesaria mucha fuerza para lastimarlas.

    Pero por otro lado, como es una de las principales articulaciones que cargan el peso del resto del cuerpo, tienen tendencia a desgastarse con el paso de los años.
  • Ciática y Síndrome del Piriforme. El nervio ciático es el que da la inervación a toda la pierna. Por ello, el término “ciática” se refiere a un dolor que irradia a lo largo de este nervio, ramificándose desde la parte inferior de la espalda a través de las caderas y los glúteos y hacia debajo de cada pierna. Por lo general afecta solo a un lado del cuerpo. El músculo piriforme es uno de los principales rotadores externos de la cadera, y se encuentra sobre el nervio ciático. Por ello, cuando éste se contractura, va a comprimirlo constituyendo una causa muy frecuente de “ciática”.
  • Artrosis de cadera o coxartrosis. Es el desgaste de la articulación por el sobreuso o por la edad avanzada. Puede llegar a ser muy doloroso e impedir la marcha. Los casos severos requieren cirugía (reemplazo de la cadera con una prótesis total). Los casos leves a moderados mejoran con una adecuado tratamiento de rehabilitación. Si se detecta a tiempo, se puede evitar la operación. En los últimos años, se esta promocionando supuestos tratamientos que “regeneran” la cadera o “curan” la coxartrosis, pero no han demostrado utilidad. Sin embargo, un tratamiento precoz, que consiste en la medicación adecuada, terapia física y bajar de peso, son suficientes para tratar este problema cuando está en su fase inicial.
  • Bursitis de la cadera. Se suele producir la inflamación de la bursa trocantérica (que se encuentra al lado de la cadera) y de la bursa isquiática (que se encuentra justo en el punto donde uno se sienta). La primera suele dar dolor al caminar y cuando nos echamos del lado de la cadera donde duele. La segunda duele al estar sentado. Los casos leves mejoran con medicación y fisioterapia. El dolor severo probablemente requiera una infiltración.
  • Secuelas de fractura de la cadera. La rotura de los huesos de la cadera son eventos raros en personas jóvenes, ya que son estructuras muy resistentes. Sin embargo, a medida que avanza la edad, la persona puede desarrollar osteoporosis con lo cual se debilitan los huesos y se pueden romper fácilmente. La prevención en muy importante en estos casos. Recordemos que la “descalcificación” por la osteoporosis no produce dolor, sin la fragilidad que conduce a la fractura (solo cuando el hueso se rompe se va a producir dolor). La rehabilitación es fundamental luego de la cirugía.
  • Contacturas. Los músculos de la cadera y del muslo pueden contracturarse por mala postura, por estar sentado mucho tiempo o por esfuerzos o movimientos repetitivos. Un programa de estiramientos y corrección postural supervisados por un fisioterapeuta son fundamentales para el tratamiento.
  • Distensiones musculares. Son mas frecuentes en los músculos del muslo, especialmente de un grupo conocido como los isquiotibiales, que se encuentran en la parte posterior (“músculos de la corva”). La distensión o “ruptura” de las fibras musculares se suele deber al estiramiento excesivo cuando uno realiza actividades deportivas, nos resbalamos o nos caemos.
  • Dolor de rodilla. La articulación de la rodilla es inestable, a diferencia de la cadera. Los cóndilos femorales (el extremo inferior del hueso fémur) reposan sobre los platillos tibiales (la parte proximal del hueso tibia), y como su nombre lo indica, son superficies relativamente planas lo que le confiere la inestabilidad.

    Por ello, esta articulación requiere numerosos ligamentos y músculos para su estabilización, y los esfuerzos inadecuados suelen lesionar a estas estructuras.
    • Artrosis de rodilla (osteoartritis o gonartrosis). La rodilla carga mucho peso y es inestable, por lo que el cartílago que recubre a sus huesos se desgasta fácilmente con el paso de los años dando lugar a la artrosis (osteoartritis), produciendo dolor e inflamación. Los casos severos tienen que ser operados (reemplazo de la rodilla con una prótesis total).

      Para evitarlo, se debe hacer un tratamiento precoz y oportuno, ya que los casos leves a moderados mejoran con medicación, un adecuado tratamiento de rehabilitación y un programa para bajar de peso. Si se trata a tiempo, no se llegará a la cirugía.
  • “Derrame articular”. Cuando la articulación se inflama, puede acumularse gran cantidad de líquido, el cual puede sobresalir y dar un aspecto hinchado de la rodilla. Sin embargo, el término “derrame” no es el adecuado, ya que este líquido está contenido dentro de la membrana sinovial y la capsula articular, los cuales son muy resistentes. Por ello, el líquido queda contenido a manera de un globo lleno de líquido y no se va a reventar. Sin embargo, la gran presión que produce el líquido puede ser muy doloroso, por lo que en algunos pacientes es necesario punzar con una técnica adecuada para retirar el exceso de líquido inflamatorio. Si el derrame es leve, el propio organismo se encarga de reabsorberlo, y es necesario añadir tratamiento de terapia física para evitar las adherencias que se forman por la gran inflamación producida.
  • Lesiones de los meniscos. Los meniscos son una estructura fibrocartilaginosa que se encuentran en los platillos tibiales, brindando amortiguación y soporte a los cóndilos femorales que se encuentran sobre ellos. Por ello, es muy frecuente que se desgarren (se “rompan”) cuando uno realiza actividades laborales, actividades deportivas o en accidentes (como caídas).

    La gran mayoría de desgarros de los meniscos NO REQUIEREN OPERARSE, ya que mejoran con un adecuado tratamiento de rehabilitación. La creencia de que todo desgarro meniscal necesita una cirugía proviene de las noticias deportivas, en donde los futbolistas que realizan una actividad competitiva extrema suelen operarse.
  • Si Ud. no es un deportista profesional, acuda a un médico cirujano especialista en Medicina Física y Rehabilitación (Fisiatra) de Cedomuh para que evalúe su caso y le prescriba un adecuado tratamiento sin operaciones. La extirpación de partes de los meniscos (meniscectomía) conduce a una artrosis prematura de la rodilla, por lo que es conveniente evitarla en la medida de lo posible.
  • Lesiones de los ligamentos. La rodilla cuenta con numerosos ligamentos para mantener su estabilidad, siendo los principales los ligamentos colaterales (externo e interno) y los ligamentos cruzados (anterior y posterior). Al igual que los meniscos, los ligamentos solo requieren operarse si el caso es severo. La gran mayoría solo requiere de una adecuada rehabilitación.
  • Tendinitis y bursitis. Las inflamaciones de los tendones y de las bursas de la rodilla son muy frecuentes, debido también a la inestabilidad de ésta articulación, tales como la tendinitis rotuliana, tendinitis y bursitis anserina (de la pata de ganso), tendinitis de los isquiotibiales, bursitis pre-patelar, etc. La medicación y el reposo son fundamentales para el tratamiento, requiriéndose infiltrar si el dolor es severo. Para evitar recaídas, se requiere terapia física para fortalecer estas estructuras.
  • Condromalacia rotuliana. Es el desgaste del cartílago que cubre a la parte posterior de la rótula, el hueso móvil que se encuentra por delante de la rodilla. Suele ser mas frecuente en mujeres, debido al mal alineamiento entre este hueso (también conocido como patela) y el fémur que se encuentra detrás. El cartílago carece de terminaciones sensitivas y por lo tanto no duele por sí mismo, pero la fricción puede producir la inflamación, que si es doloroso. Por ello el tratamiento consiste en una adecuada rehabilitación para desinflamar y mantener alineada a la rótula, con lo cual deja de doler. Los supuestos tratamientos que “regeneran” el cartílago no han demostrado que funcionen, por ello no los hacemos en Cedomuh, y además no son necesarios, ya que uno puede convivir con el desgaste por condromalacia sin que le duela, siempre que no se vuelva a inflamar haciendo el tratamiento adecuado.
  • Dolor de pierna y tobillo. Son comunes por la práctica deportiva, pero también por esfuerzos incorrectos y la mala postura.
    • Desgarros musculares. Los desgarros de los músculos gemelos (que forman parte del tríceps sural) son muy frecuentes, pero también el del músculo plantar delgado o “músculo de la bailarina”.

      Este músculo se llama así porque a pesar de ser pequeño es el que se tensa cuando las bailarinas de ballet se paran en puntas de pies. El reposo y la terapia física son fundamentales para la recuperación de estas lesiones.
  • Periostitis de tibia. Llamado también síndrome de estrés tibial medial. Es muy frecuente en corredores, produciéndose dolor en “las canillas” o la cara anterior del hueso tibia. Además del reposo y el tratamiento con antiinflamatorios, se debe hacer una corrección postural para evitar recaídas.
  • Contracturas musculares. La mala circulación, los trastornos electrolíticos, o simplemente el desacondicionamiento puede producir contracturas y espasmos de los músculos de la pierna, los cuales son muy comunes sobre todo en las noches y pueden ser muy dolorosos. Un adecuado programa de ejercicios de estiramiento y para mejorar la irrigación sanguínea es fundamental para la rehabilitación.
  • Esguince de tobillo. Conocido también como “torcedura”, es quizás la lesión ligamentaria más frecuente. Luego de la inmovilización y el reposo, se requiere un proceso de terapia física para evitar recaídas.
  • Dolor del pie. El pie es una estructura muy resistente y una maravilla de la ingeniería biomecánica. Es increíble como puede soportar todo el peso de nuestro cuerpo y resistir actividades como correr, saltar, trepar, etc. Por ello cuando se lesiona, puede ser muy incapacitante.
    • Fascitis plantar y espolón calcáneo. La fascia plantar es la estructura que conforma el arco del pie, y se inserta en el hueso calcáneo. Cuando se inflama, se produce dolor severo en el talón, lo cual dificulta la marcha. En algunos pacientes esta inserción se calcifica, formándose el espolón calcáneo. El tratamiento consiste en antiinflamatorios, terapia física y plantillas ortopédicas recetadas por un médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación, ya que la conformación del pie es muy diferente para cada persona.
  • Se venden muchas plantillas sin supervisión médica, y ello hace que muchos pacientes empeoren en lugar de mejorar. Los casos severos requieren una infiltración. Ya no se recomienda la cirugía de resección del espolón calcáneo, porque algunos pacientes han desarrollado fibrosis y callo óseo en la zona operada (agravando el problema en lugar de solucionarlo).
  • Metatarsalgia y dedos en garra. El dolor a nivel del antepié también es común (la base de los dedos de los pies). En ese lugar se forman “bolas” o “callosidades”, cuando hay una mala pisada. Al agravarse el trastorno postural, los dedos se encogen y los “nudillos” sobresalen, produciendo roce y dolor al usar zapatos. Además de antiinflamatorios, se requiere el uso de plantillas recetadas por el especialista en Medicina Física y Rehabilitación y terapia física.
  • Hallux valgus o “juanetes”. El dolor a nivel de la articulación metatarsofalángica del dedo gordo con la desviación de este requiere antiinflamatorios y férulas para corregir la postura, además de fisioterapia. Si se detecta a tiempo (si aún no “se monta” el segundo dedo sobre el dedo gordo), puede evitarse las operaciones, las cuales suelen ser muy dolorosas.
  • Pie plano y pie cavo. La edad ideal para el tratamiento de rehabilitación es entre los 2 a los 7 años, cuando el pie se encuentra en formación. A medida que el niño crece y los huesos se hacen más fuertes, la posibilidad de corrección disminuye. Aproximadamente un tercio de los adultos con estos trastornos posturales del pie presentan dolor y el tratamiento no consiste en la corrección de la deformidad, sino en aliviar el dolor y compensar la mala pisada con fisioterapia y plantillas adecuadas recetadas por el médico especialista.